AGROALIMENTACIÓN SOSTENIBLE

AGROALIMENTACIÓN SOSTENIBLE

Según la World Commission inEn­*viroment and Development (WCED), el desarrollo sostenible es aquel que “satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las próximas generaciones para satisfacer las propias”. Aun así, la humanidad ha hecho el contrario de un desarrollo sostenible. El recurso a los combustibles fósiles (los ahorros geológicos del planeta) usados sin medida ha posibilitado un gran desarrollo económico. Pero el crecimiento, sin otro finalidad que el crecimiento mismo, ha acontecido el gran depredador de unos recursos no renovables finitos y de unos de renovables que se están consumiendo más allá de su capacidad de re­novación. Como resultado, ha habido un serio deterioro del medio ambiente que ha abierto la puerta al cambio climático de origen antrópico, un poderoso destructor de recursos y de bienestar.

Hoy, los recursos básicos para satisfacer nuestras principales necesidades de vida y bienestar, incluyendo principalmente la alimentación, están en tensión. Es decir, el suelo agrícola, los bosques, el agua, la biodiversidad y la energía se acercan al círculo infernal de deterioro y escasez (erosión y pérdida de suelo fértil, deforestación, contaminación del agua, pérdida de biodiversidad, impactos ambientales de los combustibles fósiles, etc.). A la vez, los objetivos de reducción de las emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEF) de acuerdo con los Acuerdos de Paris sobre el cambio climático de 2015 desplazan la demanda hacia los recursos renovables y presionan estos mismos recursos..

La gran planta solar que es la Tierra es el gran receptáculo para la transformación de la energía solar en energía usable (calor o electricidad). La fotosíntesis es la fábrica de producción de productos renovables de bioeconomia (alimentos, biocarburantes, madera, cuero, materiales textiles, productos químicos biológicos, biofertilizantes, farmacéuticos, bioclásticos, etc.). A su vez, la natura requiere su conservación y defensa, y la biodiversidad es la gran reserva de oportunidades para el desarrollo humano. En definitiva, las energías renovables, la bioeconomia (alimentos y otros) y la defensa de la biodiversidad son los tres vectores que forman la línea del frente en la lucha contra el cambio climático y el futuro sostenible. Es en esta primera línea donde se producirán las tensiones más importantes.

En este contexto, la agricultura acontece la víctima preferida del cambio climático. Ya se están produciendo e intensificando hechos como por ejemplo irregularidad del régimen de lluvias, aumento de los episodios de sequía, acontecimientos meteorológicos extremos, aumento del nivel del mar con posibles inundaciones de tierras fértiles como por ejemplo los deltas, etc. De hecho, la crisis climática expresará sus formas más agudas en forma de crisis alimentaria. Las crisis sucesivas de precios de los cereales de 2007, 2010 y 2012 son las primeras advertencias.

Pero, a la vez, la agricultura y la ganadería son causa del cambio climático. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el sector AFOLU (Agricultura, Silvicultura y Otros Usos del Suelo) al mundo es responsable del 24% de las emisiones de GEH (fig.1); el 14% correspondería a la agricultura, especialmente a la ganadería, pero el resto es causado por la deforestación. Hay que matizar, pero, que la aportación directa en GEH de la AFOLU en Cataluña es el 9% (fig. 2) porque en Cataluña no hay deforestación, y mayoritariamente la ganadería es aviar o porcina, que emite menos emisiones GEH que los rumiantes.

La deforestación proviene de la presión creciente de la demanda bioeconòmica, básicamente de alimentos para una población en crecimiento y con dietas cada vez más proteínicas. Desde 1960, según la FAO, la producción de cereales, el primer alimento del mundo, se ha multiplicado por 3,5. Y, en los últimos treinta años, según la misma fuente, se han deforestado 178 millones de hectáreas, el equivalente a 55,6 veces la superficie de Cataluña. Las demandas son crecientes y los recursos progresivamente más escasos, de forma que la necesaria sobreexplotación de estos recursos forma un círculo vicioso.

Somos ante un problema de una gran complejidad, y los problemas complejos tienen siempre soluciones complejas, todas imperfectas o insuficientes. Hay que rehuir las soluciones fáciles formuladas a menudo como axiomas que no hay que contrastar. Contrariamente, es dentro de la complejidad y con el apoyo de la ciencia que divisaremos los caminos posibles.

El Pacto verde europeo (Green Deal) es el camino que marca Europa para rehacer los equilibrios medioambientales y luchar contra el cambio climático. Del conjunto de propuestas del Green Deal, la estrategia sobre biodiversidad y la ”De la granja a mesa” (Farm tono Fork) son las que afectan la agroalimentación de una manera más directa. Ambas estrategias están estrechamente relacionadas y en conjunto implican cambios importantes en las políticas agrarias.

Algunos de los objetivos, referidos al horizonte temporal 2030, que pueden afectar más la agroalimentación son: ampliación de las áreas protegidas hasta el 30% de la superficie europea, reforestar con 3.000 millones de árboles, reducción del 50% en el uso y el riesgo de plaguicidas, reducción de como mínimo el 20% del uso de fertilizantes, reducción del 50% en las ventas de antimicrobianos utilizados en animales de granja y acuicultura, aumento de la agricultura ecológica a una cuota del 25% de las tierras agrícolas, revisión de las normas de bienestar animal, y estrategia y actuación para facilitar y aumentar la captación de carbono en suelos agrícolas.

Se trata de un conjunto de medidas medioambientalmente importantes pero que en todos los casos suponen, con las características de la agricultura actual, pérdidas en la capacidad productiva y, en general, más costes. Por ejemplo, la reforestación reducirá los terrenos agrícolas. En otro apartado, la ampliación de las áreas protegidas reducirá la producción a las zonas afectadas. En cuanto a la agricultura ecológica, según datos concretos de experiencias en Cataluña, reduce la producción de cereales en un 30% y la de fruta fresca en un 50%; a la viña, por el contrario, la producción es casi equivaliendo, pero este año la menor protección contra las enfermedades ha causado pérdidas extraordinarias a causa del mildiu. Todo esto, teniendo en cuenta, además, la presión creciente de la demanda alimentaria a escala global y con un cambio climático cada vez más activo en la destrucción y producción de recursos. Ante este hecho, los ministros de agricultura de la Unión Europea ya han advertido del riesgo que la sostenibilidad de la agricultura europea no tenga como contrapartida importaciones insostenibles, lo cual sería un gran contrasentido y una mera externalización del problema.

A fin de mantener el equilibrio entre una demanda creciente con la oferta de alimentos, la FAO propone el que ha denominado “intensificación sostenible”. El incremento de la demanda de alimentos y otros productos de la bioeconomia no se puede basar en la deforestación. A continuación, se exponen las principales estrategias dentro de este marco conceptual.

·Agroecologia. Esta rama de la ciencia ofrece alternativas productivas más amigables con la natura; nos enseña a hacer un mejor uso de los recursos (agua, suelo, energía), @ @ re­ciclar-*los, a diversificar los sistemas productivos limitando el monocultivo y a aprovechar sinergias entre diferentes cultivos y formas de producirlos para aumentar su estabilidad y resiliencia, y a utilizar estrategias naturales para el control de plagas y enfermedades (lucha biológica, control integrado de plagas).

Mejora genética. Obtención de plantas o animales más productivos y eficientes, que reducen el volumen de residuos potencialmente contaminantes, más resistentes a enfermedades o plagas, etc.

Las biotecnologías ofrecen oportunidades en gran parte inexploradas.


·Agricultura de precisión. Donde la planta es en gran parte capaz de requerir el suministro de su nutrición de una manera exactamente ajustada a sus necesidades, cosa que minimiza los residuos potencialmente contaminantes. Con cuyo objeto, utiliza la información proporcionada por los biosensores, tecnologías de teledetección (con drones, avionetas o satélites) y tratamientos de Big Fecha e inteligencia artificial ofrecen oportunidades en gran parte inexploradas.

*Regadío. El regadío en el área mediterránea abre la puerta a la agricultura moderna y competitiva: permite nuevas opciones productivas, multiplica la producción y, en consecuencia, evita la deforestación, acerca la producción al lugar del consumo, aumenta la producción biológica como alcantarilla de carbono y evita la desertificación, y es, por lo tanto, una herramienta clara contra el cambio climático. También es la mejor herramienta de desarrollo rural. Una herramienta que, sin embargo, está condicionada a la disponibilidad de agua y a un uso ambientalmente razonable de este recurso. Un recurso, pero, que no se destruye y permite su regeneración, un buen argumento para la reutilización de aguas residuales.

·No agrocarburantes. Reducción o eliminación del uso de biocarburantes de primera generación en cuanto que están ocupando suelo agrícola, un recurso esencial para dar respuesta al reto alimentario. Estamos hablando de los agrocarburantes (bioetanol o biodiésel) producidos a partir de cultivos alimentarios (maíz, trigo, caña de azúcar, palma, entonces de óleo, girasol, etc.) o no alimentarios (camelina, por ejemplo), pero producidos en suelo agrícola.

·Bioeconomia circular. El objetivo es utilizar mejor el que ya utilizamos, y utilizar mejor aquello que todavía no utilizamos, reciclando, convirtiendo los residuos en producto y reutilizándolos. El reciclaje tiene que recuperar su papel en la cultura económica.

combatir el derroche alimentario. Según la FAO, un tercio de los alimentos potencialmente consumibles se deterioran o se malgastan por el camino de la cadena alimentaria desde el momento de la cosecha o la producción. El derroche alimentario se tiene que reducir por razones de abastecimiento alimentario y por razones éticas. Hay que actuar en toda la cadena, promover la bioeconomia circular, aportar criterios y relajar alguna legislación que lo favorezca (exigencias en la comercialización, fecha de consumo preferente, etc.).

·Dieta vegetal. Impulsar cambios en el consumo verso dietas más saludables, pero también menos exigentes en recursos. Una dieta con mayor contenido vegetal es una dieta que requiere menos recursos del suelo y del agua, una buena razón para fomentar el consumo. Y una buena razón más para valorar la dieta mediterránea.

·Nuevas alternativas alimentarias. El mundo de las algas es un recurso poco explorado con grandes posibilidades. Los insectos son una posible fuente de proteínas de gran interés. Y los desarrollos de la carne por cultivo celular ofrecerán una alternativa probablemente más eficiente a la carne en relación con los recursos utilizados para producirla, una alternativa que puede ocupar un segmento de mercado creciente a medio y largo plazo.

En definitiva, en el siglo XXI, la agroecología, la biotecnología y las tecnologías de la información y la comunicación pueden ser buenos aliados para una agricultura altamente productiva con unos residuos mínimos y un impacto ambiental mínimo. Finalmente, como observación de referencia, si, como decimos, la ciencia y la tecnología tienen que tener un papel clave, el impulso de la R+D tiene que ser una prioridad.

El Green Deal o Pacto verde será la guía de la actuación en Cataluña verso el objetivo de sostenibilidad, que forma parte del esfuerzo conjunto de Europa. Aun así, la concreción de las diferentes estrategias europeas tiene que tener en cuenta la extraordinaria diversidad de Europa, y, por lo tanto, tiene que tener en cuenta las especificidades regionales, de las cuales se pueden extraer conclusiones aparentemente contradictorias con los objetivos globales.

Precisamente en relación con Cataluña, además de las diferencias relacionadas con las características de una región mediterránea, hay que mencionar algunas paradojas. Cataluña cuenta hoy con el 32% de su territorio protegido dentro de la red Natura 2000. Es una contribución muy importante en la defensa de la biodiversidad europea, muy superior a la mayoría de estados y regiones europeas. La estrategia de biodiversidad propone como objetivo europeo para 2030 llegar al 30% del área protegida, un objetivo que Cataluña hoy ya ha superado. Por lo tanto, la ampliación del área de la red Natura en Cataluña no tendría que ser un objetivo, lo cual no desdice la necesidad de destinar recursos y energías a mejorar la gestión de los espacios protegidos.

Otro objetivo que en Cataluña tendría que tener una lectura propia es el objetivo de la reforestación. Actualmente, el 64% de la zona de Cataluña es zona forestal. Sin embargo, es en gran parte un bosque extraordinariamente denso, fruto del abandono y los incendios forestales, con densidades impensables en algunos casos y en parte responsables de la disminución de los caudales de nuestros ríos. En definitiva, dos tercios del territorio catalán es bosque, poco o mal gestionado, improductivo y desaprovechado. Es decir, disponemos de una inmensa teia preparada para el próximo incendio, que tendrá altos costes económicos y personales. El objetivo aquí es precisamente reforzar la gestión productiva del bosque, dentro de los límites de la renovación del recurso. Es la mejor manera de protegerlo. Contrariamente, los bosques menos densos segmentados por cultivos y pastos promueven la biodiversidad, puesto que la biodiversidad se expresa con más intensidad en espacios abiertos. A la vez, un bosque compartido con la agricultura y la ganadería ofrece un paisaje más rico y diverso, mientras se reduce radicalmente el riesgo de incendio, cosa que evita costes y daños.

En otro sentido, Cataluña es un país con serias dificultades para la agricultura. El 50,5% de la tierra tiene más del 20% de pendiente y muchas comarcas reciben lluvias insuficientes, lo cual dificulta la agricultura competitiva. Como resultado, Cataluña cultiva solo el 26% de su territorio. La superficie cultivada per cápita es la mitad de Europa y del mundo. Como consecuencia, Cataluña tiene una baja tasa de autosuficiencia alimentaria, entre el 40 y el 45%.

Estas características han configurado (abusando de simplificación) el sistema alimentario catalán de manera dual. Por un lado, hay una agricultura potencialmente competitiva, formada básicamente por la agricultura de regadío, por el secano de la Cataluña húmeda y por la ganadera intensiva. Por otro lado, hay una agricultura en dificultad situada en zonas áridas no regables, en montañas y en algunos entornos periurbanos. Es una agricultura que resiste con estrategias, a menudo imaginativas, de valor añadido y diversificación productiva. La agricultura potencialmente competitiva aporta casi el 95% de la producción agrícola catalana. Sin embargo, la agricultura en dificultad tiene un valor decisivo en el equilibrio territorial, puesto que proporciona servicios biosistèmicos esenciales. Reconocer esta dualidad es imprescindible para diseñar las estrategias adecuadas, puesto que en realidad se tienen que establecer estrategias diferenciadas, y aun así respetuosas entre sí.

06. Puntos críticos ante el nuevo escenario

Las exigencias del nuevo escenario verso la sostenibilidad están reclamando reorientar o resituar varias opciones productivas. Al si de este proceso de transformación, habrá que parar una atención especial en algunos puntos críticos:

Clúster cárnico-ganadero: En un escenario a medio-largo plazo, el clúster cárnico-rama­deria se sitúa en una tormenta perfecta. Desde diferentes vectores, incluyendo el medio ambiente, se cuestiona el consumo de carne, la opción vegetal gana importancia y a medio plazo la carne de cultivo celular puede acontecer una seria alternativa (fig. 4). Estamos hablando de la primera industria del país y de una herramienta clave de equilibrio territorial. La ganadería intensiva ha sostenido la población y un paisaje vive en muchas comarcas de Cataluña. Cualquier estrategia tendrá que ser extremadamente prudente para no desmantelar equilibrios forjados en años sin una alternativa para rehacerlos. Sin duda, habrá que avanzar en una gestión ganadera medioambientalmente avanzada y hacer un seguimiento esmerado de impactos. A la vez, habría que ensanchar la producción vegetal y dar valor a los servicios públicos ecosistémicos de la agricultura en entornos de especial dificultad.

Regadío: Atendido el bajo nivel de autosuficiencia alimentaria de Cataluña y su reducción esperada a partir de la aplicación de las medidas del Green Deal, un objetivo estratégico relevando es mejorar este grado de autosuficiencia. Se puede objetar que el déficit en el suministro agrícola podría ser cubierto por un mayor grado de dependencia del comercio exterior. Sin embargo, aparte del efecto dominó que produciría a la industria alimentaria, Cataluña no puede renunciar a contribuir a la resolución del problema de la seguridad alimentaria global. Con cuyo objeto, se tienen que optimizar los potenciales del regadío dentro de los límites ambientalmente razonables y se tiene que impulsar, con el apoyo de la tecnología, la implementación de la agricultura de precisión.

Cataluña necesita agricultura. El 30% de la superficie de regadío genera el 70% de la producción, pero con regadío moderno y producciones de valor añadido el coeficiente multiplicador puede ser mucho más alto. En la zona de Torres de Segre, el coeficiente está por encima de 20, y más de 40 es el coeficiente multiplicador de la huerta intensiva. Los hechos hablan con claridad: las dos comarcas de la llanura de Lleida que regaron desde 1855 (Segrià y Pla d'Urgell) han tenido un crecimiento demográfico que no se aleja de la media catalana; estas comarcas nunca perdieron población. Contrariamente, las que no tuvieron un regadío importante perdieron cerca del 30 o el 40% de la población.

Energías renovables: El impulso de las energías renovables es una opción clave de transformación energética. Aun así, hay que evitar que estas energías se desarrollen compitiendo con el suelo agrícola. Las empresas energéticas fotovoltaicas reclaman los suelos más productivos de Cataluña, incluidos los suelos de regadío. Se argumenta la importancia de la energía renovable, pero, sin duda,  la alimentación quien pasa delante en la orden de prioridades. Más en­cara, cuando las energías fotovoltaicas no son incompatibles con la agricultura, hay páramos, matorrales y tejados de sobra, y la agricultura no se puede realizar en páramos, matorrales y terrazas. Destruir un recurso esencial como es el suelo agrícola, muy escaso en Cataluña, para potenciar otro recurso seria, a parecer mío, un gran error estratégico. Así mismo, zonas ZEPA podrían acoger energía fotovoltaica dado que no hay incompatibilidad de uso.

En resumen, no es sencillo avanzar verso un mundo sostenible, que previamente hemos puesto en riesgo. Pero la actuación es urgente e insoslayable. Decía Albert Einstein que no pretendiéramos cambiar las cosas si siguiéramos haciendo el mismo. Habrá que estar abiertos a los cambios. Habrá que aprender a hacer otras cosas. Hará falta, aun así, tener en cuenta el conjunto de factores y demandas implicados y buscar de mando­ra cooperativa el mejor resultado.

Articulo extradio del Dossier Tècnico  111: “Sistemes agroalimentaris sostenibles”